
El informe de Save the Children muestra que los menores que viven en los condados de New Haven y Hartford tienen mayor un índice de vulnerabilidad a causa del COVID-19
BRIDGEPORT.- Tameeka Coleman y seis de sus hijos vivían en las calles antes de mudarse a un refugio en Fairfield.
“Estábamos juntos, así que fue una situación soportable”, manifestó Coleman, de 38 años.
La parte más difícil fue cuando sus hijos lloraron por su hogar.
“Querían saber cómo habíamos perdido nuestro apartamento”, indicó la madre quien fue desalojada después de que ella no pudo pagar el alquiler.
Las condiciones de vida juegan un papel clave en el bienestar de los niños. Varios estudios muestran que los ingresos de los padres y su capacidad para invertir en sus hijos afectan a los niños hasta la edad adulta.
El acceso a la atención médica, la alimentación nutritiva y el transporte confiable tienen una relación directa con los resultados de la infancia.
Ahora, nuevos informes de Save the Children (STC) con sede en Fairfield y la Universidad de Brandeis muestran que los niños de familias de bajos ingresos están experimentando una mayor carga de la pandemia de coronavirus, que ha afectado desproporcionadamente a los afroamericanos y latinos.
El impacto es de gran alcance y va desde la pérdida de vivienda, los ingresos del hogar y el acceso a los alimentos, hasta un mayor estrés durante la cuarentena y las barreras para la atención médica.
“Cuando hablas de niños, estás hablando de los adultos, porque los niños necesitan a los adultos. Si sus padres o abuelos se enferman gravemente y terminan en el hospital, ¿Dónde terminan los niños? ¿Quién cuida a esos niños en ese hogar?”, señaló la doctora Lucia Benzoni, pediatra de Hartford HealthCare en Litchfield.
Al igual que con cualquier pandemia, incluida la tuberculosis y el SIDA en el pasado, el estrés experimentado por las personas de color se exacerba y aumenta el riesgo para los niños más vulnerables.
El informe de Save the Children, que examina qué tan bien los estados proveen a los niños, muestra que los menores que viven en los condados de New Haven y Hartford tienen un índice de vulnerabilidad COVID-19 de 0.52 (siendo 1 el más alto), seguido por el condado de Fairfield con un índice de 0.45.
A los condados restantes les fue mejor, con Windham recibiendo un puntaje de 0.42; New London (0,36); Middlesex (0,12), Litchfield (0,08) y Tolland (0.07).
“El coronavirus tiene un impacto desgarrador en nuestra nación, dejando a los niños más atrás en las comunidades de todo Estados Unidos”, aseguró Betsy Zorio, vicepresidenta de U.S. Programs & Advocacy en Save the Children.
Margarita Alegría, jefa de la Unidad de Investigación de Disparidades en el Mongan Institute, precisó que “no hay duda de que el COVID-19 está afectando desproporcionadamente a las comunidades de color. Lo estamos viendo en las comunidades latinas, en las comunidades asiáticas y en las comunidades afroamericanas donde están sufriendo un estrés tremendo”.
Coleman es una madre soltera que ahora vive en condominio de tres habitaciones en Bridgeport, que logró asegurar a través de la organización sin fines de lucro Alpha Community Services del YMCA de Bridgeport. Actualmente se encuentra desempleada y sin automóvil, lleva a sus siete hijos, incluido su recién nacido, en autobús y tren a las citas médicas.
“Mi madre era adicta a la heroína y fui a prisión por vender drogas”, reveló Coleman, y agregó que dio a luz a su primer hijo mientras estaba encarcelada. Desde entonces, dijo, se ha mantenido en el camino recto y está haciendo esfuerzos para conseguir un trabajo.
“No tengo ningún ingreso. Recibo cupones de alimentos, atención médica, pero no recibo efectivo”, agregó.
Su renta está cubierta por un programa. La incertidumbre del empleo, el cuidado de los niños y la vivienda en el futuro se suma a su depresión y ansiedad, declaró.
La administradora de casos de Coleman, Grisselle González, manifestó que debido al COVID-19, Coleman no había podido ver a su psiquiatra. Cuando las cosas se pusieron demasiado difíciles, ella recomendó a la madre a un servicio gratuito de telesalud conductual llamado Warm Lines.
La situación de Coleman no es única. Al menos un tercio de las mil 400 mujeres que necesitan asistencia de la organización sin fines de lucro Women & Family Life Center en Guilford han perdido sus trabajos, ya sea temporal o permanentemente como resultado de la pandemia, apuntó Meghan Scanlon, directora ejecutiva.