BARCELONA — El Barcelona volvió a despedirse de Europa a las primeras de cambio y quedó la sensación, otra vez, de quedarse lejos de lo necesario para competir de igual a igual frente a un grande del continente.
Desde que fue aplastado por el Bayern Munich en Lisboa (el terrible 2-8), el cuadro azulgrana ha disputado 16 partidos de competición europea contra clubes de las otras cuatro grandes ligas (Francia, Inglaterra, Italia y Alemania) y solo ha sido capaz de ganar dos, perdiendo nueve de ellos… ¿No está a la altura?
Aseguró Xavi en la sala de prensa de Old Trafford que el partido se decidió “por detalles”, que su equipo falló “en jugadas concretas”, destacando que “competimos” y dando por hecha una mejoría que, analizando con más detenimiento el partido, no fue tan positiva como parecería.
Y el lamento, obvio, de las ausencias de Gavi, Pedri o Dembélé pudo pasarle factura al equipo azulgrana, pero no disimuló la falta de remate alarmante del equipo, que ni dominando el encuentro fue capaz de poner en dificultades la meta de los diablos rojos. Ni mandando ni sin mandar fue capaz de poner en dificultades al rival.
Es cierto que el Barça dominó al Manchester United en la primera mitad, pero su mejor posicionamiento, control del juego y solvencia con el balón no se tradujo en el área de David de Gea, quien apenas si pasó por problemas más allá del penalti que le marcó Robert Lewandowski, y la ocasión, rozando el descanso, que malograron consecutivamente Sergi Roberto y Franck Kessié.
Hubo un disparo alto, sin peligro ninguno de Raphinha en la primera mitad y otro de Kessié que atajó el portero tranquilamente en la segunda, donde solo un remate de cabeza de Jules Koundé llevó verdadero peligro a la portería de los diablos rojos.
La diferencia de ocasiones entre los dos equipos fue sensible y explicó, al final, el resultado. El Barça remató tres veces y ocho lo hizo el Manchester United, que rozó el gol apenas comenzar por medio de Bruno Fernandes y se marchó al descanso perdiendo pero ya avisando hasta en cuatro oportunidades.
Después, con la entrada en escena de Antony, el vértigo e intensidad del equipo inglés sobrepasó a los de Xavi en cualquier condición.
Marcus Rashford, Sancho, Bruno, Fred y Antony, con la colaboración de un enorme Casemiro, mostraron tanto la avaricia ofensiva de un equipo como descubrieron el déficit del otro, que quiso tocar, combinar y pausar el juego… Pero adoleció alarmantemente de remate.
Rematador y goleador implacable, Lewandowski ha consumado una campaña más bien discreta en Europa. Sus cinco goles en la liguilla de Champions se repartieron en dos partidos (tres al Viktoria Plzen y dos al Inter), quedándose a cero tanto en Milán como en el doble enfrentamiento contra el Bayern. Al United, en Europa League, le marcó de penalti… Pero ni en el Camp Nou ni tampoco en Old Trafford remató una vez más a puerta.
Desasistido y necesitado de mejor acompañamiento, el rendimiento del polaco arrastró al Barça, que mientras vuela en Laliga, sigue siendo un segundón en Europa, lastrado por una falta de remate alarmante que, mezclada con su poca solvencia defensiva (14 goles encajados en 8 partidos), vuelve a dejarlo en fuera de juego.
