STAMFORD.- Las presiones inflacionarias en los Estados Unidos continúan tras el aumento de precios al consumidor (IPC), incluido el precio de los alimentos y combustibles.
La semana pasada, el Departamento de Trabajo informó que, en el mes de mayo, la tasa de inflación anual subió a 8.6%, nivel por encima de las expectativas del mercado, que la colocaban en 8.3%.
La tasa actual representa un nuevo récord histórico, el más alto desde diciembre de 1981.
Los niveles altos de la inflación regularmente hacen que crezcan las industrias relacionadas con los productos básicos y los bienes raíces, mientras que perjudicarán a las industrias que tienen altos inventarios, arrojando incertidumbre a la mayoría de los demás sectores.
Además, otro impacto de la inflación no será directamente como resultado del aumento de los precios, sino indirectamente con las medidas que tome la Reserva Federal para fomentar la desaceleración.
De acuerdo con los expertos, con la inflación, los precios de las materias primas aumentan desproporcionadamente, mientras que quienes procesan las materias primas y otros fabricantes se verán afectados, ya que deberán pagar costos más altos, por lo que cobrarán precios más altos.
Las industrias cuyos precios han aumentado más tras la pandemia son: la industria energética, como el petróleo, el gas natural y la gasolina, la cual registra máximos históricos todos los días.
Según la American Automobile Association (AAA), el precio promedio nacional por galón de gasolina se encuentra en 5.01 dólares.
La industria automotriz también ha visto un aumento en sus precios, al igual que la industria de las carnes y comestibles, cuyos precios han aumentado por los costos de transporte y combustible, así como los problemas en la cadena de suministros.
Reserva Federal aumenta tasa de interés para contener la inflación
La Reserva Federal de los Estados Unidos anunció esta semana el aumento de la tasa de interés más agresiva en casi 30 años, elevando la tasa de referencia de los préstamos en 0.75 puntos porcentuales mientras lucha contra el aumento de la inflación.
Los nuevos pronósticos trimestrales de las autoridades del banco central estadounidense publicados el miércoles pasado, junto con un aumento de la tasa de interés de tres cuartos de punto porcentual, mostraron que la expectativa mediana es que su tasa de política de referencia suba al 3.4% para fines de 2022. En marzo, la tasa proyectada fue del 1.9%.
Ahora se proyecta que la tasa de fondos federales a finales de 2023 sea del 3.8%, por encima del pronóstico de marzo del 2.8%, mientras que la de finales de 2024 sería del 3.4% frente al 2.8% en marzo.
Los funcionarios elevaron su tasa de política a largo plazo al 2,5% desde el 2,4%.
Se prevé que la inflación, medida por la variación anual del índice de gastos de consumo personal, finalice el año en un 5.2%, por encima de la proyección de marzo del 4,3 %.
En abril, el Personal Consumption Expenditures (PCE) subió un 6.3% interanual, justo por debajo del máximo de 40 años alcanzado en marzo.
Las autoridades monetarias estiman que la tasa de desempleo estará en el 3.7% a finales de este año, comparado con el 3.5% en sus pronósticos de marzo.
La tasa de desempleo de Estados Unidos fue del 3.6% en mayo.
El presidente del Banco Central de los Estados Unidos, Jerome Powell, estimó que un incremento de tasas de hasta 0.75 puntos porcentuales es “muy probable” en julio, ya que la Reserva Federal está “determinada” a llevar la inflación a su objetivo de 2% anual.
“Evidentemente, el aumento de 75 puntos de base de hoy es poco frecuente e importante. En esta perspectiva, un incremento de 50 puntos de base o de 75 puntos de base parece muy probable en nuestra próxima reunión en julio”, dijo durante una conferencia posterior a la reunión del comité de política monetaria del organismo (FOMC), mientras Wall Street cobraba impulso tras los anuncios.
En un informe oficial al término de su reunión de dos días, la Junta de Gobernadores del sistema de la Reserva Federal adelantó además que espera llevar a cabo más subidas de los tipos en el futuro.
Se trata de la mayor subida de tipos desde 1994, unos tiempos en que el demócrata Bill Clinton se encontraba al frente de la Casa Blanca y la Reserva Federal estaba dirigida por el histórico Alan Greenspan.
Por otro lado, la Reserva Federal anunció que seguirá reduciendo su cartera de deuda pública del Gobierno de los Estados Unidos, compuesta fundamentalmente de letras del Tesoro y de valores respaldados por préstamos hipotecarios.
En la actualidad, el Banco Central acumula unos 9 billones de dólares en deuda estadounidense.
Como ya ha hecho en junio, la Reserva Federal se desprenderá en julio y agosto de 30 mil millones de dólares en letras del Tesoro y de 17 mil 500 millones en valores respaldados por hipotecas cada mes.
A partir de septiembre, estas cifras mensuales subirán a 60 mil millones de dólares y 35 mil millones respectivamente, y el proceso concluirá cuando se alcancen unos niveles que se consideren “ligeramente por encima” de lo que el banco considera “reservas amplias”.
“El comité está fuertemente comprometido con el objetivo de devolver la inflación al 2%”, indicó el Banco Central de los Estados Unidos.
Otros bancos centrales de todo el mundo también están actuando con rapidez para tratar de sofocar la inflación creciente, incluso con sus países en mayor riesgo de recesión que los Estados Unidos.
Se espera que el Banco Central Europeo (BCE) aumente las tasas en un cuarto de punto en julio, su primer aumento en 11 años. Podría anunciar un aumento mayor en septiembre si persisten los niveles récord de inflación.
Cómo afecta a los mercados emergentes
La decisión que se tomó esta semana en Washington se produce cuando la inflación muestra pocos signos de alivio no solo en Estados Unidos, sino a nivel mundial, ante los altos precios de los alimentos, los combustibles y la vivienda.
La lógica detrás de las alzas a las tasas de referencia consiste en encarecer el dinero y reducir la cantidad circulante, lo que debería desincentivar la toma de créditos y de este modo desacelerar la economía, todo con el objetivo de frenar las alzas de precios.
No obstante, un dólar más fuerte significa una mayor debilidad de las monedas de los mercados emergentes, como el peso argentino, sobre el que aumenta la presión devaluatoria cada vez que Washington refuerza su moneda.
Además del impacto en compañías y personas que dependen del crédito para desarrollar su actividad económica, el aumento continuo de los tipos podría golpear la ya difícil recuperación pospandemia y dar paso a una nueva crisis global de gran magnitud.