STAMFORD.- Millones de estadounidenses y aliados de este país en el mundo recibieron con esperanza la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca hace exactamente un año.
Concluía la presidencia de Donald Trump que, más allá de sus aciertos y errores, había estado marcada por numerosas polémicas.
Un total de 81 millones de personas votaron por Biden, más que todos los presidentes que lo precedieron.
El triunfo de Biden venía acompañado de una inesperada, aunque precaria mayoría en el Congreso, que alimentó entre sus partidarios el optimismo de que su gobierno llevaría adelante una agenda ambiciosa.
Recuperar la economía del país tras los embates de la pandemia, instaurar un salario mínimo federal de 15 dólares por hora, estudios universitarios gratuitos para la mayoría de los estudiantes, aumentar los recursos federales destinados a salud y educación, poner fin a la política migratoria de línea dura de Trump, dar prioridad a la lucha contra el cambio climático y resolver las tensiones existentes con los aliados internacionales eran algunas de las piezas clave de esa agenda.
Algunos de sus objetivos ya se cumplieron, pero otros han sido más elusivos, incluyendo los que en el actual contexto político lucen improbables, lo que ha causado una creciente frustración entre sus votantes.
A un año de haber asumido el cargo, el glamur de los primeros días parece haberse diluido. La inflación sube, la pandemia está fuera de control y las encuestas muestran un constante declive en el respaldo al mandatario.
Esto se ha reflejado en las encuestas, en las que luego de culminar sus primeros 100 días de gobierno con un apoyo de 57%, Biden ha visto menguar esos números.
En septiembre pasado, cayeron tras la polémica retirada de las fuerzas estadounidenses en Afganistán y desde entonces han permanecido en torno a 43%, de acuerdo con la empresa Gallup.
Entre quienes le han precedido en el cargo en las últimas décadas solamente Donald Trump registró un apoyo menor al cumplir su primer año en funciones al obtener un 35%.
LOGROS DE BIDEN
– Recuperación de la economía y reducción de la pobreza. Entre enero y diciembre de 2021 la tasa de desempleo en Estados Unidos se redujo de 6.4% a 3.9%, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales.
Se trata, según los economistas, de la mayor caída del desempleo en un mismo año ocurrida en la historia del país.
Ya en el tercer trimestre de 2021, el Producto Interior Bruto (PIB) estadounidense había superado sus niveles registrados antes de la pandemia. También aumentaron los niveles de ahorro de los hogares, el salario promedio de los trabajadores y, en general, el consumo y la demanda interna.
– El plan bipartidista de infraestructura. La ley firmada por Biden en noviembre de 2021 para destinar un billón de dólares a obras de infraestructura es una medida inusual porque fue aprobada de forma bipartidista, algo que en el clima político vivido por Estados Unidos en los últimos años se ha vuelto muy infrecuente.
También lo es porque la inversión en infraestructura en Estados Unidos comenzó a descender entre las décadas de 1970-1980 y los esfuerzos de años recientes para reactivarla no terminaban de cuajar.
– Retorno al Acuerdo de París y la lucha contra el cambio climático
El 20 de enero de 2021, el mismo día que llegó a la Casa Blanca, Joe Biden firmó una declaración para reincorporar a Estados Unidos al Acuerdo de París contra el Cambio Climático de 2015.
En junio de 2017, Donald Trump había anunciado que Estados Unidos se retiraría de este acuerdo internacional. Esta decisión se hizo realidad en noviembre de 2020, cuando se cumplieron todos los trámites y plazos establecidos.
El reingreso al Acuerdo de París fue una promesa de campaña de Biden, pero forma parte de una apuesta más amplia por la lucha contra el cambio climático.
FRACASOS DE BIDEN
– Manejo de la pandemia de COVID-19. El 2 de junio de 2021, Biden presumió en un discurso de los avances de su gobierno en la lucha contra el coronavirus.
“Las personas completamente vacunadas están dejando de forma segura sus mascarillas y saludándose con una sonrisa. Los abuelos están abrazando a sus nietos de nuevo. Los propietarios de los pequeños negocios están abriendo sus tiendas y restaurantes”, declaró antes de vincular la recuperación que experimentaba la economía con su estrategia de vacunación.
El mandatario invitó a los ciudadanos a “un mes de acción” para lograr que 70% de los adultos del país hubiera recibido al menos una dosis de la vacuna antes del 4 de julio, Día de la Independencia.
El 4 de julio llegó y, aunque la meta de Biden no se alcanzó, millones de estadounidenses se quitaron las mascarillas, se abrazaron y viajaron. Y del promedio de 10 mil nuevos casos diarios que se registraban entonces, debido al arribo de la variante delta, las infecciones se elevaron hasta unas 125 mil diarias. Este récord se quedaría pequeño con el impacto posterior de ómicron, cuando la cifra de casos diarios confirmados ha superado los 800 mil.
Así, las esperanzas de los estadounidenses de librarse de la pandemia se esfumaron.
– La política migratoria. La reforma de las políticas migratorias fue una de las promesas destacadas de la campaña presidencial de Biden. Esto incluía, entre otras cosas, poner fin a las medidas de línea dura aplicadas durante el gobierno de Trump como la separación de las familias migrantes que llegaban a la frontera.
Biden prometió una política migratoria más humana y compasiva y, tras llegar al poder, puso fin a estas medidas y nombró a la vicepresidenta Kamala Harris como responsable de desarrollar una estrategia para atacar las causas de la migración masiva de personas desde El Salvador, Guatemala y Honduras.
Pero las cosas no han resultado como esperaba la Casa Blanca.
Mientras reformas de gran calado como la iniciativa para ofrecer un camino a la ciudadanía a los llamados Dreamers (millones de jóvenes indocumentados que llegaron a los Estados Unidos siendo niños) no avanza en el Congreso, iniciativas como la eliminación del programa de control fronterizo de Trump “Quédate en México” han sido revertidas en los tribunales.
– El estancamiento de la agenda legislativa. Biden llegó a la Casa Blanca con una agenda ambiciosa conocida como Build Back Better, dentro de la cual había numerosas y diversas propuestas: educación prescolar gratuita para niños de 3 y 4 años, créditos fiscales para incentivar el uso de energía solar en las viviendas, reducción del costo de los medicamentos con prescripción, inversiones en construcción y rehabilitación de un millón de viviendas asequibles, entre muchas otras cosas.
Con esta agenda en mente, Biden presentó en 2021 una propuesta por 3.5 billones de dólares que tras algunas negociaciones fue rebajada hasta 2.2 billones de dólares en la Cámara de Representantes, donde fue aprobada en noviembre.
Pese a ello, en estos momentos parece poco probable que esta ley logre ser aprobada en el Senado, ya que en diciembre de 2021 el senador Joe Manchin, quien había estado dialogando durante meses con la Casa Blanca sobre esta legislación, anunció que no votaría a favor de la misma por su elevado costo para las arcas públicas.
¿QUIÉN VIENE DESPUÉS DE BIDEN?
De acuerdo con los expertos, el año 2021 no fue un año fácil para Joe Biden, pero los próximos tres años no serán más sencillos. Entre sus desafíos en política exterior se encuentra la acumulación de fuerzas de China en el Pacífico, la inestabilidad en Medio Oriente y la amenazante presencia de Rusia en la frontera ucraniana.
Para recuperar su credibilidad, el gobierno debería “mostrar coraje y tomar medidas serias contra Rusia, China o Irán”, de acuerdo con Seth Jones, vicepresidente del Center for Strategic and International Studies.
“Hasta ahora se habla mucho y se actúa poco”, indicó.
A nivel interno, este año también es decisivo, porque Biden podría perder su escuálida mayoría en el Senado tras las elecciones intermedias de noviembre. Esto haría más difícil para el mandatario sacar adelante los paquetes de medidas que sigue teniendo en carpeta: posiblemente busque aprobar una versión reducida de la ley Build Back Better y una reforma electoral.
Otra pregunta que está en el aire es si Biden se volverá a postular al cargo.
Lo más probable es que no, eso es un secreto a voces en Washington DC, comentó Bret Stephens, columnista de New York Times.
La edad del presidente juega un rol importante en esta decisión. Con 78 años, en 2020 se convirtió en el mandatario electo de mayor edad, y para las elecciones de 2024 tendrá ya 82 años.
Por ello, Stephens piensa que Biden debería concentrarse en los grandes desafíos del país y el Partido Demócrata tendría que buscar un candidato que dispute la presidencia en 2024, porque los republicanos, según Stephens, serán unos contrincantes poderosos en las próximas elecciones.