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Monday, March 18, 2024

Los peligros de acelerar los ensayos en posibles vacunas para el coronavirus

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Todos estamos deseando que se encuentre alguna solución para el COVID-19. Que se desarrolle una vacuna cuanto antes, tal y como se acaba de afirmar desde China, que aparezca algún fármaco que mejore la situación o alguna terapia que nos permita volver a nuestra vida normal. Pero hay que tener cuidado con acelerar las situaciones.
Un artículo reciente – un “editorial”, no un paper – publicado en la prestigiosa revista Nature lo explica de una manera muy clara: es importante tener una vacuna o tratamiento en cuanto sea posible, no más tarde… pero tampoco más temprano, porque los peligros son enormes.
Vamos a comentar sólo algunos, sólo los que sean claros y directos. Empezando por algo que se ha visto en algunas de las vacunas que ya están en pruebas: se está prescindiendo de la fase de experimentación en animales, la fase preclínica.
Que se puede pensar que, bueno, tampoco es para tanto. Es en animales, ¿no? Así que igual la información que aporta no es tan imprescindible, y además evitamos malestar a animales, todo ventajas. Pero nos equivocaríamos, y mucho.
Si se siguen realizando pruebas en animales es porque hace falta. Porque gracias a estos experimentos podemos saber cómo funcionan las vacunas o medicamentos a largo plazo – que un “largo plazo” en ratones no es lo mismo que en humanos – y nos permite conocer la dosis que resulta segura administrar.
Para quien no esté convencido, baste un ejemplo. Uno que pone el autor de la publicación de Nature, un científico experto en otro de los coronavirus famosos, el causante del SARS. Resulta que, cuando desarrollaban una vacuna contra el SARS, probaron algunas posibilidades. Y una de ellas era muy prometedora al principio en modelos animales.
Hasta que dejó de serlo, y comenzó a funcionar al contrario: en lugar de evitar el contagio de SARS, lo fomentaba. Algo que únicamente supieron los científicos porque se dieron el tiempo de llevar a cabo los experimentos que hacían falta, respetando tiempos y protocolos.
En el texto de Nature se dan más ejemplos. Pero también se habla de algo que quienes están involucrados en ensayos clínicos saben de su importancia: las sinergias entre medicamentos.
Este es uno de los puntos más relevantes de cualquier ensayo clínico: determinar el efecto de un fármaco junto con la medicación concomitante, aquella que ya toma el paciente. Porque los fármacos – con las vacunas también puede ocurrir – son moléculas, y las moléculas tiene “la mala costumbre” de interactuar.
Hay medicamentos que funcionan muy bien en conjunto. Otros que no tanto. Algunos que aumentan su potencia, o dejan de funcionar, o pasan a ser tóxicos. Y en la mayoría de ocasiones, esto no se conoce hasta… muchas veces, hasta la fase preclínica, en otras ocasiones en la fase de Ensayo Clínico.
Y un último punto, que es muy importante y que se está perdiendo de vista también, es la eficacia de una vacuna frente a distintas cepas. Porque necesitamos saberlo antes de realizar una vacunación masiva.
¿Nos imaginamos lo que podría ocurrir si se vacuna a la población contra el coronavirus, y surge otro brote dentro de dos, tres o cinco años, para el que la vacuna no sirve? Ni con toda la investigación del mundo podríamos estar seguros de que no vaya a ocurrir, pero con tiempo y siguiendo los protocolos ya establecidos, podemos minimizar el riesgo.
Es muy difícil, casi imposible, pararse a pensar y mantener la cabeza y la sangre fría. Pero hagamos el esfuerzo, que tal vez correr demasiado en estos momentos nos lleve a tropezar… y no nos viene bien.

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