
Por ARNULFO ARTEAGA REALPE
(III Parte)
Luego de pasar la frontera Colombo-ecuatoriana donde, como dijimos en la nota anterior, según Migración Colombia desde diciembre pasado cruzan por aquí un promedio de 3.500 venezolanos al día, continuamos nuestro viaje a Colombia, donde, por el Puente Internacional Simón Bolívar de Cúcuta cruzan unos 35 mil venezolanos diariamente, según Migración Colombia.
La primera ciudad fronteriza fue Ipiales y luego llegamos a Pasto, en el departamento de Nariño, donde también encontramos venezolanos vendiendo en las calles baratijas, y meseras en los restaurantes. Seguimos para Cali, y allí el alcalde, Marice Armitage, no tenía todavía claro cómo iba a manejar la situación de los venezolanos que todos los días llegan a esa ciudad, algunos de los cuales duermen en el “Parque Caicedo” y en el “San Nicolás. “La estampida de venezolanos nos ha tomado por sorpresa, lo mismo que al resto del país,. En verdad no estábamos preparados. Por eso es que nos está afectando tanto en materia presupuestal, especialmente en la salud”, dijo el alcalde.

Llegamos a Bogotá, donde es el epicentro del problema migratorio, ya que al cruzar el Puente Internacional Simón Bolívar, que divide la frontera entre los dos países, el 60 por ciento de los venezolanos llegan a radicarse a esta ciudad, capital de Colombia, y donde tienen mayores posibilidades de rebuscarse la manera de sobrevivir. Del 40 por ciento restante, una buena parte se queda en la ciudad fronteriza de Cúcuta. Aquí, en el Parque Santander, tendieron una inmensa carpa para dar refugio a sus compatriotas que no tenían donde dormir, y a la que llamaron “Hotel Caracas”. Pero las autoridades no les permitieron continuar en esa situación, y no solo fueron desalojados, sino que un buen número de ellos fue deportado a su país, al no contar con pasaporte, ni con la “tarjeta de migración fronteriza”, que el gobierno les concedió a los primeros 2 mil venezolanos que llegaron a Colombia. Hace un mes que esta tarjeta fue suspendida por la incontrolable avalancha humana que día tras día tiende a incremenarse. Y sobre todo, que entre la muchedumbre vienen camuflados delincuentes, y al parecer hasta militares del régimen venezolano, si se tiene en cuenta que hace una semana, un terrorista que murió al explotarle un artefacto en sus manos, según el president Santos, resultó ser un militar del régimen de Maduro.

La situación de los venezolanos en Colombia es tan grave, que, a instancias del presidente Santos, ha tenido que intervenir la ONU, la cual ya está estudiando la manera de cómo ayudar a Colombia a solucionar este problema. Las deportaciones que últimamente ha venido desarrolloando el gobierno colombiano, no han dado resultado porque, como dijo Alejandro Bello, un venezolano ndocumentado que ha sido deportado como diez veces: “Más demoran en deportarnos que nosotros en volver nuevamente a Colombia. Es que deben entender que nosotros no lo hacemos porque nos da la gana, sino porque tenemos hambre, tenemos hijos a quienes alimentar, y en mi país la gente se está muriendo de hambre y también de enfermedades porque allá no hay medicinas”, dijo Bello, quien pidió que no le tomaran fotos. Y Alejandro tiene razón si se tiene en cuenta que, además de los retenes de Paraguachón”, el Puente Internacional Simón Bolívar de Cúcuta y el de Arauca, en la frontera de 2.200 kilómetros que tienen Colombia y Venezuela, existen 120 caminos clandestinos llamados “trochas”, los cuales están ubicados principalmente entre el departamento de La Guajira y la Orinoquia.
Próxima edición: VENEZOLANOS EN LA COSTA ATLANTICA Y BOGOTA.